lunes, 28 de diciembre de 2009

DESPEDIDA 2002


Y otro año se me esfuma en un parpadeo. Parece que fue ayer cuando mis abuelos me llevaron en la chatita por primera vez al cine a ver Superman. Y voy para los 33 sin querer despegarme de la niñez, a la que me acerco a través de mi hijo tratando de revivir en él mis años felices. Y qué año, con sus cachetazos y caricias, con muchas despedidas, algunas voluntarias y otras a la fuerza, y con reencuentros también.
No podía terminar este año sin hacer lo que hago todo el tiempo, es decir alivianar mi alma y decidí escribir esto para no romper la tradición. Esta vuelta Marcelo no está muy inspirado y alguien tendrá que hacerme el favor, no me gusta leerme en público.
Chau, un llamado telefónico cortó mi inspiración lo cual combinado con mi falta de talento genera esto, es decir, un mamarracho, y eso que leo a Benedetti y a Neruda, pero nada se me contagia.
En fin, el año se va y todo sigue igual aunque juguemos a engañarnos que todo cambiará y que dejamos en el suelo las malas ondas. Y en el fondo está bien que sea así, porque todo lo que tengo me hace feliz.
Tengo un sol en casa que me ilumina el alma, un marido a quien retar cuando se olvida las cosas, unos padres imperfectos que me dieron lo mejor, una hermana protestona a quien a veces creo mi hija y no puedo dejar de aconsejar, y mis primas (y primo) que son la sal de la vida.
Emilia, la acomplejada testaruda que creció conmigo, que es mi hermana del corazón y con quien tanto me reí; Lucía, mi compañera en la lectura que por fin dejó de ser aburrida y que nos abandona y vuelve sin que sintamos que pasó el tiempo; Margarita, la alegre inmadura que siempre nos enciende con su chispa, ahora mamá, ¡quien lo diría!; Marcelo, ese pequeño insoportable que por suerte cambió y se está haciendo hombre y que también voló del nido; y María, que aunque hoy no esté, vino a llenar un espacio que la partida de Lucía aún había dejado tibio. Sin contar a todos los demás que no nombro para no aburrirlos, ¿qué mas puedo ambicionar?
Hoy, por primera vez, desnudo mi alma ante todos, me saco la careta, y les digo que si no quise irme fue por todos ustedes.

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