domingo, 12 de diciembre de 2010

REENCUENTRO


Hoy volví a encontrarla después de mucho tiempo. Tenía algunos años más, pero caminaba apresurada, mirando furtivamente hacia los lados, como antes. Los ojos, de ese azul cielo incomparable, habían madurado, más no por ello habían perdido esa chispa que siempre los caracterizó. La madurez la había vuelto más segura, ya no le importaba si sus zapatos combinaban o no con su cartera, ni si su pelo estaba cortado a la moda. En verdad, creo que eso nunca le había importado, aunque en la adolescencia trataba de amoldarse. Su mirada recorría rostros y escaparates con la misma indiferencia, como si nada de lo que viera a su alrededor le importara. Traía una bolsa de una librería, no había perdido el hábito de la lectura, ese que le había inculcado su padre durante la infancia. Estaba sola, de una soledad inconmensurable, se le notaba en el andar, en la mano aferrada a la bolsa, y no era una soledad pasajera, sino instalada, pero le sentaba bien. Tanto la conozco que advertí que libraba una batalla interna con su soledad, pero la sé triunfadora. No se veía como esos otros seres solitarios que arrastran su calvario en el rostro y en la postura, no, ella iba erguida, como comiéndose el mundo, aunque yo conozco su timidez y su fragilidad. Esa fragilidad que la llevó a cometer errores de los cuales se arrepintió casi al instante. Más ella los sumó a la cuenta del aprendizaje, aguantó los golpes con dignidad y la cabeza alta, aunque por dentro llorara sangre.
No me atreví a hablarle, preferí seguirla de lejos, aunque no tanto como para no oler su perfume. Nunca usó perfumes caros, ni de moda, más en ella, cualquier fragancia olía bien. Era su piel, lozana todavía, la que invitaba a acariciar. Más adiviné que su piel hacía rato había olvidado el roce de otra piel. Toda ella se alejaba de mí, debía apresurar el paso para no perderla nuevamente luego de tantos años de buscarla. Corrí un poco, dado que se mezclaba en esa marea humana, uniforme, impersonal, gris, donde ella era como una estrella en medio de la oscuridad, una luz propia, única, que sólo yo conocía a fondo. ¿Por qué la había perdido? ¿En manos de quién la había dejado? Su vulnerabilidad la había moldeado en otra, otra a la que debo aceptar, con extrañas cicatrices, con heridas todavía abiertas, que debo curar con paciencia de artesano y amor incomparable.

Alexia. 12-12-10-

jueves, 2 de diciembre de 2010

MATICES


Había perdido el rastro de tu piel. Había perdido el olor de tu piel. Y en la búsqueda de tu rastro y de tu olor me perdí yo.

Me pregunto si vendrás a rescatarme o quedaré encerrada en este laberinto, del cual conozco la salida, pero que no me gusta.

Viene hacia mí tu voz, que llamo "voz de trueno", y quiero aferrarme a tus "te quiero", pero tus "te quiero" siempre llegan de la mano del "pero". Y pese a que lo sé, pese a que sé que vas a dejarme otra vez, estoy esperando que vengas en mi rescate, a sacarme de esta vigilia del teléfono, a darme esos abrazos fuertes, a apretarme en tu pecho donde me siento segura.

Me pregunté tantas veces qué hice mal y la respuesta es siempre la misma. No hice nada mal, salvo quererte, sin condiciones.

Sé que dudás nuevamente entre caer en mis brazos y huir lejos de mí. El gris no es de mi agrado, más debo admitir que la vida tiene matices, que no hay negro ni blanco, sino que permaneceremos en el gris hasta que a alguno de nosotros se canse o se vea encandilado por el brillo de otro color.


2-12-10.

martes, 30 de noviembre de 2010

A DESTIEMPO



Y anduvimos a destiempo. Tal vez te asustaste, tal vez me apuré. Las gotas de lluvia en el cemento me repiten la cadencia de tu voz, esa voz de trueno inconfundible, con cierta indecisión, a veces. El querer estirar una conversación me anima un poco, más vuelvo al desánimo cuando volvés a desaparecer. Decime en qué me equivoqué, te pregunté, como aquel otro que me hizo a mí esa misma pregunta.
Sufro porque hice sufrir. Lloro porque hice llorar. Espero porque hago esperar. Castigo cruel del desamor, amores cruzados y a destiempo. Lo que uno anhela el otro lo desprecia, y así nos enredamos en un círculo perfecto, donde cada uno es artífice de su miseria, donde cada uno se desangra en quejas y lágrimas vanas que van a caer, desdichadamente, en el suelo sucio y pisoteado de la indiferencia del que no ama.
Horror de contar las horas, buscando excusas para llamarte, pavor de encontrar cerradas las puertas de tu corazón. Me conformaré con tus palabras, lejanas, imaginando tu voz, esa voz que me cautiva, y leeré tu discurso en la fría pantalla, que no me permite ver tus ojos, ni tus manos, esas manos que un día me acariciaron dejándome marcada para siempre con la huella de tu indecisión.

lunes, 1 de noviembre de 2010

TUYA


Te busco en mi cama y por más vueltas que doy no logro hallar tu pecho cálido, donde me siento segura. Las palabras escapadas de tu inconsciente mientras dormías aún resuenan en mi mente y quiero creerlas ciertas. A menudo temo que esta intensa intimidad que nos une se evapore en el aire, dejándome más vacía que antaño. Mientras no tuve la dicha de tu amor fui feliz, sin miedos ni ataduras, más hoy que te tengo temo perderme en este torbellino de emociones que despierta tu existir a mi lado. Es extraño cómo vuelan las horas a tu lado, y lo mucho parece poco, y lo poco parece mucho, como solés decirme. Recuerdo tus ojos oscuros taladrándome en el instante previo de hacerme el amor, saboreo el estremecimiento de tu piel y bebo una a una las gotas de tu miel. Siento tu cuerpo tensarse como un arco, tus manos acariciando toda mi extensión, descubriéndome, marcándome como de tu propiedad. La intensidad de tu abrazo me pierde en un océano de aguas claras y turbulentas, del cual sé que saldré prendida de tu cuello. A veces te siento tan mío que el miedo se esfuma, a veces me siento tan tuya que el miedo me paraliza. Más trato de no pensar y vivirte a diario, y que el poco espacio que nos queda sea único y eterno, para disfrutar de este comienzo que tal vez derive en amor.


31-10-10.

lunes, 30 de agosto de 2010

RASGUEO DE TANGO


El rasgueo de la guitarra me trae otra vez tu rostro… ese rostro imperfecto, cruzado por cicatrices que te dejó esa juventud alocada y sin conciencia.
Imagino tus dedos sobre mi espalda, deslizándose suavemente, llevándome, y vuelvo a oír tu voz ronca diciéndome al oído “sentime”.
Las cuerdas suenan rítmicamente, la voz viene hacia mi y me eriza la piel, el tango triste que habla de lluvia y duendes soñadores me afloja las lágrimas, como siempre que te pienso.
Ya no vendrás, lo presiento, y cómo haré para atraerte es un enigma que me ronda y no me deja dormir.
Tu ausencia me entristece, sin embargo, espero sentir otra vez tu perfume cerca de mi, como hace días, cuando me cerrabas en tus brazos, ajeno a mi ilusión.
Aún tengo tus ojos negros clavados en mí, más no logro descifrar el significado de esa mirada que me siguió durante toda la velada. Cuando uní mis ojos a los tuyos, una sonrisa nos hermanó, y el calor subió desde mi centro, aturdiéndome.
Estabas allí, acechándome con el asedio de tu mirada, sin embargo… te fuiste.
Podría florecer nuevamente para vos, quisiera ser de nuevo capullo, e ir abriendo mis pétalos uno a uno, ofrecerte mi néctar y que te embriagaras de él.

domingo, 8 de agosto de 2010

ANTES TUVE OTRA VIDA



Antes tuve otra vida, y volví a nacer. Antes tuve otro rostro, que se desgarró en los espejos. Antes tuve otros ojos, que creían lo que veían. Mis antiguas manos se llenaron de falsas caricias y mis labios, crédulos, bebieron del desamor.
Con indolencia me desangré en caminos y en esperas, me deshojé como una rosa azotada por el viento y vi caer mis pétalos, ajados, sobre ríos de sangre.
El mar rumoroso de mis venas se aquietó y las luces se alejaron, dejándome en tinieblas. Risas y más risas no pudieron rescatarme. Falaz desvarío y palabras muertas.
Antes tuve otra boca, que acariciaba en besos y frases, antes tuve otra piel, que se estremecía al efímero contacto de esa otra.
No creas hoy en mi sonrisa, velo de mi alma. No creas hoy en mi llanto, mi llanto ya no perdona.
Ocasos de pasión marcando el tiempo, puntos grises al poniente, olas blancas más allá. El paisaje no ha variado, sin embargo, ya no lo siento.

miércoles, 14 de julio de 2010

LOS CUARENTA



Soy optimista, creo que llegaré a los 80. Por tanto, estoy en la mitad de mi vida, ¿cómo no celebrarlo?

Los cuarenta me trajeron nuevos aires, nuevo rumbo. Punto de inflexión.

La madurez de a poco se fue asentando en mí, aunque sigue luchando contra esa jovencita curiosa que no fui, y que apareció en mi vida tardíamente.

Extraña mezcla de mujer y adolescente, me guste o no.

Mi adolescencia pasó sin que me diera cuenta, jugando a ser adulta, asumiendo roles que no eran oportunos.

Inversamente, a la fecha, cuento con una gran cuota de ingenuidad juvenil, no la de las jóvenes de hoy, que han perdido la inocencia prontamente.

Muchos sueños se estrellaron contra la pared indiferente de la realidad, más sigo soñando.

La vida es sueño… dijo Calderón de la Barca.

¿Qué sería de nosotros sin ese margen para la fantasía?

La risa de a poco va encontrando su camino.

Los gustos, mis gustos, van saliendo lentamente de la caverna de la censura.

Y estreno cada día una ilusión, y estreno cada día un desafío.

Y aunque la piel no tenga la tersura de antaño, es la misma piel que puede sentir la caricia.

Y aunque los ojos estén bordeados de pequeñas cicatrices de tiempo, conservan el mismo brillo intacto de la esperanza.

Y si de mi boca brotan palabras duras, también florecerán inolvidables besos.

La vida me trajo, esta tarde de lluvia, el perfume de un recuerdo añejo, casi olvidado.

Ese aroma a peligro, ese latir indómito, manos blancas, boca trémula.

Todo es sentir, más no arriesgar.

Ya no espero, avanzo.

No más ganas de llorar en esta tarde gris.

Que sirva el gris como aliciente, preludio del sol en la mañana.


Alexia

sábado, 10 de julio de 2010

PARA VOS


De a poco vuelven las palabras al verme reflejada en esa otra.

Esa otra que llora por amor, desengañada.

De a poco la bruma se disipa y vienen, en pequeñas oleadas, las ideas, al sentir a esa otra destrozada.

El brillo de sus ojos no es el mismo y el temblor de su boca, otrora anhelante, me hablan de dolor.

Qué ganas de decirle: ¡no lo vale!

Sin embargo, sólo el tiempo y la distancia la arrastrarán a otra orilla, su barco enfilará sus velas hacia un nuevo horizonte, despejado y rico.

Apenas dio sus primeros pasos en la comedia y cayó, sin estrépito.

Sé que es fuerte, que no bajará los brazos, y confío en que sus ojos de ese color tan indefinido, brillarán nuevamente.

La desazón la arrastrará hacia el pozo más oscuro, para resurgir convertida en mariposa, colorida y resuelta.

Las lágrimas que ruedan hoy por sus mejillas regarán la tierra donde crecerá, fuerte, la nueva semilla de la esperanza.

Y cuando otros brazos la envuelvan, sabrá que ése es su lugar en el mundo.

Y cuando otros labios la besen, sentirá morir y renacer en el mismo instante.

Para N.R.D.

martes, 29 de junio de 2010

MI MUERTE


Sé como será.

Rápida y cortante será mi muerte.

Me hallará mirando el mar una tarde de otoño

y dejará en la arena un perfume a tristeza.

Allí caerá la lluvia y nada borrará ese perfume,

mi sello de existencia,

mi corazón en espera.

No te tengo miedo.

Sé como llegarás,

vestida de gris para acompañarme.

Serás mi única amiga

y me llevarás a tu reino blanco.

No te temo, amiga muerte,

hubo en mi vida algo más terrible:

la SOLEDAD.

A ella sí le temí.


Alexia. 1984.

GRITO


Grito. Sólo soy un grito.

Pero un grito débil, apenas un murmullo,

porque el grito verdadero no se atreve a salir.

Nadie me oye, sólo las piedras, que no sienten,

sólo el mar, que no habla.

Mi grito, un grito que quiere y no puede vivir,

voz que necesita estallar y romper el velo que lo impide.

¿Por qué soy un grito?

Porque no me enseñaron a existir de otra manera.


Alexia, 1984.

domingo, 30 de mayo de 2010

FALSOS BRILLOS


Mi amigo estaba desolado. Su novia, a quien amaba profundamente, acababa de abandonarlo, no estaba segura de querer comprometerse con él. Hacía días que venían discutiendo, peleas sin sentido, malhumor por parte de ella, reclamos infundados, todo para encubrir la realidad: no lo quería.Pese a ello, Diego se empecinaba en buscarla, la llenaba de obsequios y promesas que caían en el vacío de su desamor.Esa tarde, él hizo el último intento: corrió hacia una cabina telefónica y marcó el número repetido tantas veces en su mente. Su nombre lo llevaba grabado en la garganta y amenazaba en cada suspiro escapar de sus labios: Laura. Al escuchar su voz al otro lado de la línea Diego se estremeció: la misma cadencia, el tono sensual con un dejo de melodía, ese siseo que sólo ella podía esbozar. Tembló antes de hablar, un sudor helado corrió por su espalda, era su última jugada. “Laura”, musitó. Ella, fría e indiferente, ya situada en el otro lado del muro, respondió con hartazgo.Los grandes ojos de Diego comenzaron a nublarse, desvió la vista de la blanca pared y descubrió una medallita de oro que, brillante como un sol en ese triste atardecer, lo llamaba, impasible, desde el suelo.A medida que las palabras de Laura lo apuñalaban sin piedad, el corazón de Diego se anestesiaba. Cuando la ingrata culminó su retahíla de reproches y colgó abruptamente, Diego quedó inerme durante unos cuantos minutos. Lentamente, se estiró hacia la joya que lo aguardaba en el suelo. Ni bien posó sus dedos sobre ella, advirtió el engaño: así como Laura no era como él la había idealizado, la medalla no era otra cosa que un trocito de papel dorado.

Basada en una historia real de mi amigo Diego O.

lunes, 24 de mayo de 2010

EXTRAÑA PAREJA

SILVINA OCAMPO Y ADOLFO BIOY CASARES

Siempre tiene frío. Esta noche, para sen-tarse a la mes­a se volverá a envolver en su tapado de piel de tigre. Ha mandado encender la calefacción, pero no demasiado. Para qué andar gastando; cuanto menos tenga que abrir las bolsas de plástico llenas de plata guardadas en el ropero, mejor será.
Desde la muerte de Marta, su mujer, el padre de Adolfito vive con ellos. Cada día, al regresar de su bufete de abogado, se cambia de arriba abajo para pasar al comedor, se sienta ceremoniosamente en el lugar indicado y come mirando el plato, esquivándole a ella la mirada y sin sumarse a las risas de Adolfito y de Borges: Georgie. Por suerte para ella vendrán los Pepes; Pepe Bianco, el escritor, y Pepe Fernández, el muchachito risueño que toca el piano, el amigo de Wilcock. A los Pepes y a Johnny (para ellos Wilcock siempre será Johnny) los hace venir para alivianar el aire, para no estar aislada; su suegro por su lado, Adolfito con Georgie por el suyo, y ella, sola.
Nada ha cambiado desde que era la hermana feúcha, la menorcita aplastada bajo el peso de las otras: Victoria, la brillante; Rosa, Pancha y Angélica, con su fama de ser la más inteligente de las cinco (la sexta ha muerto hace tiempo). Salvo Victoria, que reina majestuosa en San Isidro, sus hermanas siguen viviendo cerca, cada una en su piso, y ella arrinconada en el suyo. La calle Posadas prolonga la casa natal de la calle Viamonte. A falta de lugar en la banda poderosa de sus hermanas, Silvina siempre ha andado escabulléndose por los rincones, espiando, curioseando a los pobres, a los raros.
Ahora podría compartir las rarezas de Georgie y Adolfito, pero algo en ella se resiste a divertirse igual. Sus rarezas no son las mismas. Anoche se han reído juntos los dos durante toda la comida, imaginando colores cambiados. "¿Y si el cielo fuera verde?", decía Georgie. Ja, ja. "¿Y si el pasto fuera violeta?", decía Adolfito. Ja, ja, ja. En ese momento, hasta la seriedad inabordable del suegro le ha resultado más afín que esos chistes de nenes genios.
El suegro a ella no la quiere. Primero no la quiso por su amistad con Marta, demasiado íntima para su gusto. Pero el colmo para él fue asistir impotente al casamiento de su hijo, bellísimo, talentosísimo, riquísimo, con la feaza de los Ocampo, que tenía tanta plata como él, pero que le llevaba sus buenos años (las respectivas fechas de nacimiento, 1903, 1914, aún le suenan a insulto). Silvina no podrá hacerlo abuelo. La concentrada y oscura bronca ni siquiera se le calmará cuando Adolfito y Silvina viajen a Pau, Francia, para buscar a Marta, la hija.
Se estremece sin pausa, tal vez de miedo. Esa tarde ha visto a Alejandra, la poeta. Alejandra Pizarnik. Con Alejandra se ríe, pero comparte sobre todo el temblor. Ella también es una criatura feíta y abandonada. Por eso la ama: otra nena genial, pero habitante de una región profunda que no acepta risitas de niños bien. No es que Alejandra sea compungida ni solemne, es que sus enigmas no son un juego. Los de ella tampoco. Enigmas espeluznantes de verdad, porque rozan la muerte: ¿qué son los cuentos de Silvina sino pequeños sepulcros adornados con plumas y piedritas, ritualesÛ de niña mala que ha matado un insecto y le rinde honores?
La primera vez que lo vio, en 1933, en casa de Marta, Adolfito llevaba una raqueta de tenis. Su belleza le resultó una puñalada. A ella le bastó verlo para sentirse desesperada de celos. Pero algo había en él peor que su hermosura: sus ojos hundidos bajo unas cejas despeinadas por un viento invisible revelaban su desamparo. Silvina en eso no era diferente de cualquier otra mujer: podía resistirse a la salud, a la fuerza; al desamparo no. Por lo demás, en ese rostro tan fino se anunciaba un rasgo futuro, al que tampoco se resiste ninguna mujer: con el tiempo, a ambos lados de la boca, los músculos se le dibujarán con nitidez, labrándole dos surcos que no aludirán a vejez, sino a virilidad. Poco tiempo después, el muchacho estatuario publicaba La invención de Morel.
Le propuso casamiento siete años más tarde. Ella se preguntó por qué razón la elegía, elegante, graciosa, creativa y Ocampo, pero madura, nada linda y de una sexualidad incierta. Sospechó que la elegía por razones literarias y, más oscuramente, para acercarse a su madre por caminos oblicuos. Después ya no se preguntó más nada: Adolfito y Silvina se convirtieron en ese monstruo de dos cabezas llamado pareja. Aunque cada uno de los dos existió por separado –él con su guirnalda de amores, ella también enguirnaldada pero menos, apartada y secreta, jugando a las escondidas, como siempre–, los dos existieron en conjunto. En la pareja de Silvina y Adolfito cabían muchos. No por eso dejaban de ser la criatura bifronte denominada los Bioy.
Silvina sabe todo, acepta todo y se calla, pero tiembla sin pausa. Tiene terror de las noches en las que él tarda en llegar. Para espiarlo, pone una silla delante de la puerta. El correrá la silla al abrir, y ella al oír el ruido se volverá a la cama a hacerse la dormida. Sentirse ridícula no disminuye la quemazón de la rabia.
Quizá Georgie tenga razón cuando dice: "Yo sospecho que para Silvina Ocampo, Silvina Ocampo es una de las tantas personas con las que tiene que alternar durante su residencia en la Tierra". Nadie podrá afirmar nunca cómo es Silvina; a lo sumo podrán preguntar: ¿cuál de ellas? Algunas Silvinas, por desgracia, se reconocen entre sí: la que al ver a Adolfo Bioy Casares con su raqueta de tenis sintióque su belleza la apuñalaba es la misma que por las noches espera su regreso, temiendo que alguien esta vez consiga retenerlo y ella lo pierda.
Su cuarto está caldeado, pero se estremece como nunca. Puede entenderlo todo, hasta que Adolfito la traicione con su propia sobrina. Pero no hay adivino que no tiemble, y Silvina adivina lo que vendrá. Como si ya intuyera el peligro que representará para ella el amor de Adolfito por Elena Garro. La mujer de Octavio Paz, excelente autora de cuentos fantásticos, escribirá una novela titulada Recuerdos del porvenir. Silvina siempre ha tenido recuerdos del porvenir. Ahora cree recordar un futuro en el que Adolfito se habrá ido con la escritora mexicana, y entonces mete la cabeza entre sus pieles de fiera frágil.
Si por lo menos Adolfito y ella hubieran continuado escribiendo de a dos. Si ella le hubiera demostrado que su guirnalda podía ser de mujeres, pero jamás de escritoras. Si ambos se hubieran convertido en otro monstruo de dos cabezas, pero esta vez literario: un Bustos Domecq formado por ambos Bioy. Al principio lo ha intentado: en 1946, Silvina ha escrito con Adolfito una novela policial de título elocuente, Los que aman odian. Ha sido una parodia, porque está escrita en broma, y porque Silvina se ha esforzado en adaptarse a los misterios de Bioy, que se resuelven gracias a una trama rigurosamente controlada, mientras que los de Silvina quedan flotando. Imposible competir con Georgie en ese terreno; la complicidad literaria ya no ha sido con ella, sino con él. ¿Pero entonces a ella qué terreno le queda, salvo escribir lo suyo en soledad?
Esa noche de 1954, Silvina entra en el comedor envuelta en sus tigres, como una actriz adulada que en el fondo se muere de timidez. El suegro, Georgie, los Pepes y Adolfito la esperan desde hace rato. Se levantan, corteses. El cocinero de toca y el maître d’hôtel de guante blanco que presenta la bandeja se han esmerado: el soufflé está en su punto, la comida transcurre como siempre, ritual inamovible en el que Georgie y Adolfito comparten ese sentido del humor que a ella la cansa. Como siempre también, después del último bocado el suegro se despide y Adolfito se retira con Georgie al salón del café. Los Pepes la rodean inquietos. Son los únicos que se han dado cuenta de su inusual palidez. Silvina cae desvanecida. Hay corridas y gritos; Adolfito se asoma con la cara desencajada. Se la llevan alzada, llaman a un médico que diagnostica meningitis. Abrazado a sus amigos, Adolfito llora como un chico repitiendo: "Pero yo qué voy a hacer si Silvina se va, qué voy a hacer sin Silvina". Ella no puede oírlo. Si lo oyera entendería que su marido nunca se irá, porque sencillamente la adora.
Poco tiempo después viajaron a Pau para buscar a la nena, Marta, nacida tres meses antes. Un viaje del que Silvina regresaría convertida en madre legal. Cosa inesperada, la hija de Adolfito con esa presunta costurera que cumplió con su pacto de hacer mutis por el foro, a Silvina se le metió en el alma. (Cuando con el tiempo lleguen los nietos, Florencio, Lucila y Victoria, se mostrará igual de cariñosa). Nadie la había creído capaz de sentimientos maternales, ni siquiera ella misma, y sin embargo sí, los tuvo. Al principio lo hizo por Adolfito: él deseaba hijos y le rogó que hiciera de madre de este bebé. Después lo hizo porque Martita le cayó bien. Descubrió el placer de celebrarle los cumpleaños, de llevarla al Zoológico. Y se rió durante años del día en que enfrentó a la beba por primera vez. Estaba colorada hasta las orejas y, de puro nerviosa, dijo la primera zoncera que se le ocurrió: "Qué naricita más chica tiene, ¿no será homosexual?" "No –le contestó Adolfito, muy serio, como si la pregunta le pareciera de lo más atinada–; es que es ñatita".
Extraña Silvina. Extraña relación de pareja que no se pareció a ninguna, pero que lejos de ser una tranquila amistad fue un agitado amor.
Silvina Ocampo murió en 1994. Veinte días después de su muerte, su hija Marta murió atropellada por un automóvil. Bioy Casares las sobrevivió cinco años. Finalmente, había sido Silvina la que lo había abandonado a él. Cuando se hizo evidente que ella se tropezaba con las cosas, con las ideas, él contrató a unas cuidadoras encargadas de vigilarla. De creerle a su mucama Jovita, testigo de una de las Silvinas que compusieron a Silvina, la anciana señora no se lo perdonó. Nunca más volvió a hablarle. Arrodillado ante ella, el viejo señor le suplicaba llorando como un chico, igual que en 1954: "Silvinita, por favor, contestame, dame un beso, Silvinita, no me dejes aquí". Ella le daba vuelta la cara, por una vez de viaje sin él.

Por Alicia Dujovne Ortiz
Periodista y escritora

domingo, 23 de mayo de 2010

YA NO


Ya no quiero un amor para toda la vida, sólo ansío un compañero de a momentos. Y es en esa suma de momentos donde hallaré la compañía.
No pretendo grandes cosas, sólo pequeños gestos que engrandezcan los instantes.
Esa mano que acaricia sin motivo, esa boca que besa sin esperas, ese cuerpo que abraza y no cuestiona.
Ya no quiero un amor de compromiso que no pueda descifrarme la mirada, quiero un amor que con solo verme a los ojos sepa si mi alma está en paz.
Ya no quiero el reloj sobre mi espalda, marcándome el paso de las horas, quiero la ansiedad del llamado de las ganas, el calor del encuentro sin reproches.
Ya no quiero estar sola acompañada, prefiero compartir la soledad conmigo misma a morir de angustia en su presencia.

TAL VEZ


Encontré una gota en el desierto, que mitigó mi sed. Tal vez sea un espejismo, sin embargo, se siente tan real, tan fresca. Esa gota va multiplicándose, va inundándome, calmando mi sequía, fertilizándome, despertando fibras dormidas en mí desde hace siglos. Tal vez en el desierto pueda germinar la semilla de ilusión que nació en esa gota, tal vez broten hojas y pueda crecer un árbol fuerte como un roble, donde poder apoyar mis huesos cansados, cobijarme entre su follaje cuando tenga frío en el alma y tristeza en los ojos. Tal vez nada ocurra y la gota se evapore bajo el sol candente o se hunda en las arenas movedizas, mientras tanto, quiero sentir su frescura en mi boca.

domingo, 16 de mayo de 2010

EDUARDO Y ALEXIA EN LA PRESENTACION


FOTOS DE LA PRESENTACION DE EDUARDO BALESTENA

EDUARDO BALESTENA JUNTO A MARTA VILLARINO Y FABIAN IRIARTE

PRESENTACION DE "AMORES DE LEJOS"


El pasado viernes 14 de mayo tuvo lugar en el salón cultural de la Sede de Osde Mar del Plata, la presentación de la novela de mi amigo Eduardo Balestena.

Contó con la presencia de Marta Villarino, especialista en estudios teatrales de la Universidad local y del doctor Fabián Iriarte, poeta, traductor, ensayista, investigador y docente.

El guitarrista Adrián Cesáreo nos deleitó con "El sombrero de tres picos", entre otros temas.

"Amores lejanos" cuenta la historia de Ainoha, una mujer segregada de su lugar de trabajo, que viaja en busca de su amor virtual. Se trata de un relato itinerario, que se despliega en su viaje al encuentro con su amante. Es una novela romántica, sensible, que deja ver también el rasgo descarnado y corrupto de la justicia local.

Eduardo Balestena es escritor, ensayista y trabajador social. Publicó también "Ocurre al otro lado de la noche", "Ana, el interior del fuego", "La fábrica penal", entre otras obras.

"Amores de lejos" de Editorial Corregidor, no dejen de leerla.


sábado, 8 de mayo de 2010


Junto a tres escritoras de excelente pluma: Florencia Bonelli, Gloria Casañas y Mercedes Giuffré.

FOTOS DE LA FERIA DEL LIBRO


1ro. de Mayo 2010. Es un placer para mi compartir estas hermosas fotos con todos ustedes. ¡Que las disfruten!

GLORIA CASAÑAS EN LA FERIA DEL LIBRO




EL SABADO 1ro. DE MAYO TUVE EL PLACER DE CONCURRIR A LA PRESENTACION DE LA SEGUNDA OBRA DE MI QUERIDA AMIGA GLORIA CASAÑAS, "LA MAESTRA DE LA LAGUNA".


EN UN AMBIENTE DONDE EL CARIÑO FLOTABA EN EL AIRE Y LA RISA Y EL AFECTO ESTABAN A FLOR DE PIEL, GLORIA Y FLORENCIA BONELLI PRESENTARON LA NOVELA.


MAS QUE UNA PRESENTACION FUE UNA CHARLA ENTRE AMIGAS, AMIGAS QUE ESTABAN EN EL ESCENARIO Y AMIGAS QUE ESTABAMOS DEL OTRO LADO.


GLORIA NOS CONTO DEL POR QUÉ DE LOS PERSONAJES, NOS ADENTRO UN POQUITO EN LA NOVELA Y NOS ILUSTRO CON SU DIDACTICA DOCENTE SOBRE SARMIENTO.


LOS MINUTOS VOLARON Y TODAS NOS QUEDAMOS CON GANAS DE MAS.


LUEGO SE REALIZO LA FIRMA DE EJEMPLARES EN EL STAND DE LA EDITORIAL, PARA MAS TARDE COMPARTIR UN CAFE ENTRE AMIGAS.




lunes, 5 de abril de 2010

GLORIA CASAÑAS ENTRE LAS PRIMERAS

Quiero felicitar a mi querida Gloria Casañas por su novela "La maestra de la Laguna", que según informe de librería Alejandría de Mar del Plata está en tercer puesto en el ranking de ventas.
Mi más sincero cariño para ella.
Alexia

miércoles, 24 de marzo de 2010

DIA DE LA MEMORIA



OPINIÓN
La piedra arde Por Josefina Licitra
23.03.2010

Tengo conmigo un libro, que también es un tesoro. Se llama La piedra arde y es uno de los varios títulos de “literatura infantil” –rótulo discutible– que escribió Eduardo Galeano. Está hermosamente ilustrado por el dibujante español Luis de Horna y tuvo su primera edición en abril de 1980 en una imprenta de Salamanca.

En ese entonces, ciertos libros sólo podían imprimirse en lugares como Salamanca. Y cierta gente sólo podía vivir en ciertos lugares donde podían imprimirse ciertos libros. Galeano entre ellos. Mi padre entre ellos.

Mi padre me mandó La piedra arde desde Madrid, para mi cumpleaños número cuatro. El libro –que hoy sólo se consigue en Taringa– cuenta la historia de un viejo que a lo largo de su vida fue acumulando muchas marcas, visibles e invisibles, y que a pesar de todo se siente orgulloso de ellas y no quiere olvidarlas. Por eso, cuando se le presenta la posibilidad de romper una piedra mágica y candente y volver a ser joven, se niega con un único argumento: “Si parto la piedra, estas marcas se borrarán –dice–. Pero estas marcas son mis documentos de identidad. (…) Yo no quiero olvidar. No parto la piedra porque sería una traición”.

La piedra arde es un complejo relato moral –aunque no moralista– y da cuenta de que es posible hablarle a un niño en un lenguaje preciso, lírico y revelador en el sentido más serio de la palabra: el que refiere a no encubrir, a no aliviar las cosas hasta desaparecerlas. No es el único libro que me envió mi padre en esos años. Abundan los autores rusos (sepan entender) y los cuentos conmovedores, aunque no agradables, sobre los derechos del niño (entre ellos el inolvidable y reeditado Campos verdes, campos grises, de la alemana Úrsula Wölfel).

Ahora, La piedra arde y todos los otros cuentos están en la biblioteca de mi hijo. Él tiene cuatro años y –como la mayoría de los chicos de cuatro años– entiende más cosas de las que los adultos nos empeñamos en creer que entiende. Hace un tiempo le leí La piedra arde y supe que ese cuento era también –o era principalmente– una lección de historia. Supongo que en eso habrá pensado Galeano cuando lo escribió. En que las venas abiertas de América Latina también pueden mostrarse y contarse en un lenguaje para niños. Es cuestión de inteligencia.

Y sobre todo de amor.

La piedra arde es un ejercicio de profundo cuidado por los hijos y los nietos –y los nietos de los nietos– de un continente condenado a las horas terribles. Y fue, cuando fue concebido y editado, un ejemplo de resistencia contra lo que se venía: una generación entera que, más que por los libros de Galeano, crecería acompañada por la revista Billiken. Que no era, se sabe, una publicación ingenua.

En su libro La infancia en dictadura. Modernidad y conservadurismo en el mundo de Billiken, la periodista Paula Guitelman cuenta cómo se formó la generación de los que hoy tienen treinta y pocos años, y cómo los valores y objetivos que se promovían durante la dictadura –diferenciación clara entre el bien y el mal, sometimiento a una única moral religiosa, construcción de universos sin pobres, analfabetos ni migrantes– eran reproducidos a la perfección por el semanario infantil de mayor venta en el país. ¿Por qué le iba bien a Billiken? Porque la Comisión Orientadora de los Medios Educativos (COME) veía en esa publicación la representación de una infancia depurada y tranquilizadora. ¿Por qué La piedra arde se editaba en Salamanca y llegaba en puntas de pie a la Argentina? Porque la COME –vaya sigla– consideraba que “el pesimismo es subversivo” y el libro de Galeano, según el canon COME, era absolutamente infeliz.

Esta censura –ampliamente consignada en Un golpe a los libros. Represión a la cultura durante la última dictadura militar, de Judith Gociol y Hernán Invernizzi– tuvo consecuencias severas. Parte de la generación de treinta y pico aún hoy repite el “algo habrán hecho”. Y las camadas de menor edad, si bien tienen discursos combativos, en buena medida no logran respaldar lo que dicen con información concreta. Un relevo entre jóvenes de 17 a 25 años hecho por Crítica de la Argentina y publicado el 24 de marzo de 2008 bajo el título “La generación de la memoria light” reveló que la mayoría de los pibes sabe qué pasó durante la última dictadura pero, en un 90% de los casos, lo sabe en una versión liviana que desconoce nombres y detalles. En general les costó –o les fue imposible– dar la fecha exacta del golpe; algunos creían que el 24 de marzo era un feriado por Semana Santa; y buena parte de los entrevistados que vivía cerca de la ESMA era incapaz de responder qué significaba esa sigla.

Por todo esto, si bien es imposible saber qué hará cada una de las escuelas hoy cuando haya que explicar por qué mañana es feriado y Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, sí es posible –como mínimo en las casas– devolverles a los chicos ciertas lecturas negadas. Sobre todo porque, a treinta y cuatro años del golpe militar, aún hay cuentos –y pesadillas– que no dejaron de arder.

jueves, 18 de marzo de 2010

UN CUENTO CORTO


PALABRAS PARA UN HIJO

Acababa de enterrar a mi padre. En realidad había traído sus cenizas que reposaban aún sobre el televisor, dado que debía reunirlas con las de mamá, en cumplimiento de tal macabro mandato.
Como hijo mayor me tocó desocupar la vieja casa de la familia y revolviendo entre los cajones encontré un cuaderno que al parecer me estaba dirigido. En sus tapas borrosas podía apenas adivinarse el dibujo del animal que me identifica. Al abrirlo invadió mi nariz un fuerte olor a humedad que mezclándose con el amor que brotaba de esas hojas me aturdió.
“Leoncito, este cuaderno es para vos, para que el día de mañana, si nosotros no estamos, puedas conocer tu historia...” me decía la joven caligrafía de mamá. Tuve que sentarme. A pesar de haberla perdido hacía ya cinco años, sentir nuevamente sus palabras resonando en mi cabeza, me sacudió. “Mamá y papá se conocieron ya de adultos, después de rodar cada uno por diferentes caminos. Pero ni bien nos descubrimos ya no nos separamos más. Nos casamos enseguida, con fiesta y sin luna de miel, luna y miel que haríamos para el primer aniversario. Y como dice la leyenda, hijo mío, vos viniste como polizón nada menos que de Paris. A los veinte días del regreso nos enteramos de tu presencia y toda la familia se revolucionó. Pronto supe que eras varón. Volvía una noche del estudio cuando me hablaste vaya a saber en qué extraño idioma, pero te hiciste sentir. La ecografía lo confirmó ya cerca del final del embarazo, pero yo nunca tuve dudas. Allí comenzó nuestro mágico idilio...”
Pese a que ya conocía la historia no pude contener las lágrimas. Comencé a hojear el ajado cuaderno que jamás nadie me había entregado. Sus cuarenta y ocho hojas estaban completas, y mamá había abrochado muchas más, finalizando abruptamente en mis dieciséis años. Tal vez habría otras en alguna parte, pero después de haber vaciado toda la casa no encontraría nada.
Fui leyendo salteado, debía retirar a mi hija del colegio y no disponía de mucho tiempo. Con enorme sorpresa encontré algunas líneas de papá, con su letra indescifrable y faltas de ortografía y puntuación. ¡Papá escribiéndome! Ese hombre vergonzoso y poco demostrativo que siempre fue había sin embargo derramado su amor en aquellas páginas. “Estoy con vos jugando ahora, te reís y saltás en el aparato que te prestó Agustín. Te veo y no puedo creer lo mucho que te amo, a mi que me cuesta demostrar las cosas, pero con vos es distinto. Estamos cantando canciones de fútbol, en especial de aliento a River y Belgrano, de los cuales somos hinchas. Me causó gracia cuando me hiciste puchero porque te canté “O sole mío”, me dieron ganas de comerte a besos. Papá te ama muchísimo y lo que más quiere es que seas feliz. Me encanta cuidarte, darte de comer, y hasta cambiarte los pañales. Vos y tu mamá son mi familia y los más importante de mi vida.” Ese fue un golpe aún mayor. Mi viejo atreviéndose a expresar todas esas cosas que jamás pudieron salir de su boca. Con mamá siempre fue diferente, ella me apabullaba con sus palabras de amor y sus gestos no menos afectuosos. Y por si fuera poco lo dejó por escrito, un testimonio de un cuarto de mi vida.
A través de esas hojas me enteré que estuvimos por irnos del país cuando apenas tenía dos años. ¿Qué los habría hecho cambiar de idea? Y hoy uno de mis hijos se fue a España. “Mi amor, hoy casualmente es el día de la madre, y la verdad, ser madre, tu madre, es lo mejor que me pasó en la vida. Hace tiempo que no te escribo, estamos preparando nuestra huída del país y por momentos se me escapa el ánimo para volcar en tu cuaderno tus progresos y mi amor. A veces dudo de hacer lo correcto, tanto papá como yo queremos lo mejor para vos. También quiero darte un hermanito, pero no quiero traerlo a este país injusto y por eso quiero sacarte de acá y que el día de mañana se respeten tus derechos. ¿Qué es eso, mamá? Te preguntarás ahora, lo único que importa es jugar y tener la mamadera llena. Bueno León, te dejo por ahora. Te ama, mamá.”
Ya cerca del final, en plena adolescencia y revolución hormonal, la letra de mamá se había avejentado, tanto como su ánimo. Ya no había palabras de amor sino de reproche. Al parecer fui bastante rebelde, rebeldía que heredé a mis hijos. Pobre vieja, si hasta me imploraba cariño. “Hijo, ¿por qué sos tan frío conmigo? ¿Tanto te cuesta darme un beso?”. El rostro triste de mamá se me aparecía y no quise seguir leyendo. De ella recibí la determinación, los valores y la pasión por la lectura. De papá la rapidez en los negocios y la inexpresividad. ¿Cuándo fue la última vez que dije algo cariñoso a mis hijos? ¿Y a mi esposa? El cuaderno de mamá era una señal. ¿Por qué nunca me lo había dado? ¿Tuvo vergüenza? ¿Por qué papá lo guardó tan celosamente al morir ella? ¿Habría algo similar para mi hermana? Todas esas preguntas quedarían sin respuesta.
Di por terminada la triste tarea de ese día, me adueñé del cuaderno y fui a buscar a mi hija, a quien recibí con un fuerte abrazo y un nervioso “te quiero mucho”. “Papá, ¿estás bien?”. Fue su sorprendida respuesta.

miércoles, 17 de marzo de 2010

UNA FRASE INTELIGENTE

"Encuentro la televisión muy instructiva. Cada vez que alguien la enciende, voy a la biblioteca y leo un buen libro."

lunes, 8 de marzo de 2010

LA REDENCION DE LOAN GREEN


LA NUEVA NOVELA DE ANDREA MILANO SALDRÁ A LA VENTA EL PRÓXIMO MIERCOLES 10 DE MARZO.
AQUI VA LA PORTADA.


¡FELICITACIONES, ANDREA!

AUTORA ARGENTINA CRUZA EL OCEANO

Andrea Milano:

La escritora argentina Andrea Milano llega a España con su nueva novela, "La redención de Loan Green", bajo el sello Editorial Rachel.

SINOPSIS: Elizabeth Weston es una joven de carácter impulsivo y rebelde; no acepta la boda que su padre ha dispuesto para ella con el futuro duque de Sheffield; sin embargo al ver que no hay nada que pueda hacer para torcer su destino parece resignarse a la voluntad de su padre.Sin embargo su vida da un vuelco significativo cuando es enviada a pasar una temporada a Hawbridge en donde vive el sheriff Charles Abberton, su padrino. Durante su viaje ella y su nana son atacadas por unos bandidos pero la providencial llegada de un extraño salva sus vidas; un hombre enigmático que deja a Elizabeth algo inquieta. Loan Green, hombre arisco y de mirada impertérrita es la mano derecha del Sheriff de Hawbridge; ha luchado en Tierra Santa y es allí dónde ha padecido la mayor de las tragedias, la muerte de su hermano. Regresa a Inglaterra llevando en su corazón el dolor de haber perdido a su único hermano y un gran sentimiento de culpa por no haberlo traído sano y salvo de regreso a casa.La tragedia y el rechazo de una mujer que nunca lo amó, transformaron a Loan Green en un hombre frío y retraído, temido y odiado por muchos.Pero cuando el camino de Elizabeth y Loan se cruzan resurgen en él sentimientos que no cree merecer; por su parte, Elizabeth se siente atraída hacia el hombre que salvó su vida y que se empeña en alejarla de su lado cada vez que ella se acerca.La lucha continua de Loan por no obedecer a sus sentimientos no le permite dejarse llevar, pero el ímpetu y los bríos de Elizabeth terminan por hacerlo ceder. Sin embargo, la sombra del pasado de Loan; el acoso constante del Conde John de Gilmore hacia Elizabeth y una mujer con sed de venganza son obstáculos muy difícil de sortear.Un juego de intereses y revanchas pretende interferir en la felicidad de Elizabeth y Loan; ellos están dispuestos a luchar por su amor pero la maldad y los celos de quien no acepta su derrota pone en jaque el futuro de ambos.

LA AUTORA

Nació hace poco más de 30 años en Buenos Aires, Argentina. Estudió Diseño Gráfico e Idiomas (Inglés e Italiano) Es una apasionada de la lectura, de la música y el cine.

Escribe desde chica, comenzó con cuentos cortos generalmente de misterio y terror, hasta que a los 20 años decidió escribir su primera novela romántica, que sigue allí guardada en un cajón esperando a ser terminada algún día.

En el año 2007 la Editorial Vestales publicó su primera novela llamada “Pasado Imperfecto” (suspense romántico), en el 2009 salió un cuento suyo en la antología titulada “Cuentos para mil y una noches de amor”, en donde co escribió con Claudia Velasco, Arlette Geneve, Amparo Balbuena y Gabriela Margall, el cuento se tituló “Entre mis brazos” (suspense romántico) también con Vestales.

También en Vestales y bajo el seudónimo de Sienna Anderson publicó en el 2008 un thriller romántico llamado “Nomeolvides” y este año un relato en la antología navideña cuyo título es “Un amor inesperado”

También como Andrea Milano ha publicado en Luarna Ediciones que publica e-books, un relato que se titula “La posada de los Ángeles” una novela infantil llamada “Un verano diferente” y una novela romántica llamada “El Guardián”

Como Breeze Baker escribió novelas eróticas en Editora Digital en donde tiene publicadas siete novelas:

“Destino Caprichoso”, “La última tentación de Nikkos”, “Pasión en el paraíso”, “Fachada de amor”, “Secretaria de día, amante de noche”, “Deseo Mortal” y “Hechízame”.


PVP: 9,95€
Fecha de aparición: marzo 2010
Nº de páginas: 240
Diseño: Estelle Talavera Baudet

miércoles, 17 de febrero de 2010

MI PROXIMA NOVELA

Avances de “La otra cara de la venganza”.

El trayecto a tribunales lo hizo caminando, le gustaba disfrutar de la soledad de las calles a esa hora de la mañana, cuando los primeros rayos del sol otoñal iluminaban las veredas dormidas y las hojas de los árboles se teñían de ocre.
A medida que se iba acercando a la zona del palacio de justicia su mente se iba despoblando de la melancolía provocada por el paisaje y se iba transformando en la de la leona en que se convertía cuando tenía que enfrentarse a su contraparte. Más de una vez sus colegas la habían subestimado, debido a su juventud y su especto angelical. Sin embargo, cuando litigaba, Alma se transformaba.
Se cruzó con algunos abogados y empleados de estudio, algunos la saludaron, otros la ignoraron. Ingresó al edificio y se colocó en la cola del ascensor, que llegaba casi hasta la puerta. Repasó mentalmente las preguntas que le haría a su contrario, pese a que tenía tiempo dado que la audiencia estaba fijada para las diez y recién eran las siete treinta. De todas maneras, su estrategia ya estaba delineada y Alma repetía mentalmente las posibles respuestas que tendría que enfrentar.
Tomó el ascensor junto con otras siete personas, que se amontonaron una casi encima de la otra. La mezcla de perfumes la hizo arrugar la nariz y se concentró en los números que iban apareciendo en el visor de la cabina. Al llegar al quinto piso descendió y se encaminó hacia la mesa de entradas de uno de los juzgados civiles. La mayoría de los abogados tenían empleados que hacían por ellos la procuración de los expedientes, pero Alma prefería ver con sus propios ojos las actuaciones. Había intentado una vez con una secretaria y no había resultado. Ella era muy celosa de su trabajo y nunca quedaba conforme. De manera que no le importaba tener que esperar en las mesas de entrada hasta ser atendida.
Sacó de su maletín el listado de los expedientes a revisar, más por costumbre que por necesidad, dado que conocía al dedillo el estado de cada uno de sus juicios y hasta podía memorizar el número de cada causa si se lo proponía.
-Buenos días, doctora Greco. –La saludó una colega recién recibida.
-Buenos días. –Respondió Alma con una sonrisa.- ¿Cómo le fue el otro día con ese asunto? –Se refería a un caso de daños que la muchacha había comentado con ella.
-Muy bien, gracias a su aporte pude encontrar una solución justa para mi cliente.
-Me alegro mucho. –Opinó Alma.- Sabe que puede contar conmigo cuando necesite.
-Gracias, doctora.
Alma se concentró nuevamente en sus notas cuando una detonación se dejó oír en el edificio. Todas las personas que estaban en el piso detuvieron sus movimientos y quedaron paralizadas, tratando de descifrar de qué se trataba. De inmediato se descargó otra lluvia de explosiones. Todos se miraron, buscando la explicación en los ojos del otro.
-¡Es una bomba! –Gritó alguien.- ¡Hay que salir del edificio!
Las mujeres fueron las primeras en dirigirse hacia las escaleras, corriendo desesperadas, amontonándose en el angosto pasillo donde la misma comenzaba. Otras personas se arriesgaron y tomaron al ascensor, que no arrancaba dado que tenía más peso del permitido.
Alma quedó de pie donde estaba, viendo a su alrededor que todos corrían y que el piso comenzaba a vaciarse. Hasta los empleados de los juzgados salieron de sus puestos y se abalanzaron sobre las escaleras.
-¡Son bombas, son bombas! –Dijo otra voz.
La joven no sabía qué hacer, nunca le había gustado seguir a la manada. De pronto, recordó el presentimiento de la mañana: sus sueños la habían alertado. No podía recordad exactamente cuál había sido la pesadilla recurrente de la noche anterior, pero ahora entendía que tenía que ver con lo que estaba ocurriendo.
Alma se llevó una mano a la nuca y la despejó de sus cabellos. Un sudor frío le recorrió la espina dorsal y sintió su pecho agitado. ¿Qué hacer? Desde los pisos inferiores llegaban gritos desgarradores y pequeñas explosiones. “Esos son disparos.” Pensó Alma.
Había quedado sola en la planta, había visto salir a todos los empleados de los juzgados. Respiró hondo y caminó velozmente hacia la mesa de entradas. Deslizó su maletín por la ventanilla, porque si tenía que correr quería estar liviana. Después se colocó la cartera en bandolera y fue hacia la escalera.
Bajó despacio, intentando no hacer ruido, dado que no sabía que había en el piso inferior. Cuando asomó la cabeza, su cuerpo se paralizó y perdió el aliento: había varios cuerpos ensangrentados desparramados por el suelo. Conteniendo el grito se llevó las manos a la boca e intentó serenarse. Voces acaloradas que gritaban órdenes venían de un sector que no podía divisar desde donde estaba ubicada. Los ojos se le llenaron de lágrimas, entre los muertos estaba la joven abogada que había conversado con ella minutos antes.
Alma se apoyó contra la pared buscando recomponer su equilibrio. Trató de pensar fríamente. No podía bajar: sería un suicidio. Todos los que lo habían intentado yacían sin vida en el suelo. Se agachó y espió. Varios sujetos con los rostros cubiertos con pañuelos recorrían el piso inferior, portando armas de fuego.
-No está aquí. –Gritó uno.- Debe estar arriba.
El pecho de Alma se contrajo y su respiración se agitó de nuevo. Se levantó de repente y corrió escalera arriba apoyando únicamente las puntas de sus pies, para no hacer ruido. Se detuvo frente al ascensor, que en ese momento abrió sus puertas frente a ella. Su rostro se contrajo en una mueca de terror cuando divisó los cuerpos de varias personas, amontonados unos encima de los otros, inertes y cubiertos de sangre.
El grito de horror que ascendió a su garganta fue silenciado por una mano que le tapó la boca. Las piernas se le aflojaron y hubiera caído al suelo de no ser por los brazos fuertes que la sostuvieron y la condujeron hacia atrás, introduciéndola por un pasillo que comunicaba directamente con los despachos de los jueces.

lunes, 8 de febrero de 2010

¿EL FIN DE LA AVENTURA?

El celular de Hansel y Gretel, por Hernán Casciari.

Anoche le contaba a mi hijita Nina un cuento infantil muy famoso, el de Hansel y Gretel de los hermanos Grimm.En el momento más tenebroso de la aventura, los niños descubren que unos pájaros se han comido las estratégicas bolitas de pan, un sistema muy simple que los hermanitos habían ideado para regresar a casa. Hansel y Gretel se descubren solos en el bosque, perdidos, y comienza a anochecer.
Mi hija me dice, justo en ese punto de clímax narrativo: 'No importa. Que lo llamen al papá por el celular'.Yo entonces pensé, por primera vez, que mi hija no tiene una noción de la vida ajena a la telefonía inalámbrica. Y al mismo tiempo descubrí qué espantosa resultaría la literatura -toda ella, en general- si el teléfono móvil hubiera existido siempre, como cree mi hija de cuatro años.
Cuántos clásicos habrían perdido su nudo dramático, cuántas tramas hubieran muerto antes de nacer, y sobre todo qué fácil se habrían solucionado los intríngulis más célebres de las grandes historias de ficción.Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica, en cualquiera que se le ocurra. Desde la Odisea hasta Pinocho, pasando por El viejo y el mar, Macbeth, El hombre de la esquina rosada o La familia de Pascual Duarte.
No importa si el argumento es elevado o popular, no importa la época ni la geografía. Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica que conozca al dedillo, con introducción, con nudo y con desenlace.¿Ya está?Muy bien. Ahora ponga un celular en el bolsillo del protagonista. No un viejo aparato negro empotrado en una pared, sino un teléfono como los que existen hoy: con cobertura, con conexión a correo electrónico y chat, con saldo para enviar mensajes de texto y con la posibilidad de realizar llamadas internacionales cuatribanda.¿Qué pasa con la historia elegida? ¿Funciona la trama como una seda, ahora que los personajes pueden llamarse desde cualquier sitio, ahora que tienen la opción de chatear, generar videoconferencias y enviarse mensajes de texto? ¿Verdad que no funciona para nada?
Nina, sin darse cuenta, me abrió anoche la puerta a una teoría espeluznante: la telefonía inalámbrica va a hacer añicos las viejas historias que narremos, las convertirá en anécdotas tecnológicas de calidad menor. Con un teléfono en las manos, por ejemplo, Penélope ya no espera con incertidumbre a que el guerrero Ulises regrese del combate.

Con un móvil en la canasta, Caperucita alerta a la abuela a tiempo y la llegada del leñador no es necesaria..Con telefonito, el Coronel sí tiene quién le escriba algún mensaje, aunque fuese spam.Y Tom Sawyer no se pierde en el Mississippi, gracias al servicio de localización de personas de Telefónica.
Y el chanchito de la casa de madera le avisa a su hermano que el lobo está yendo para allí.Y Gepetto recibe una alerta de la escuela, avisando que Pinocho no llegó por la mañana.Un enorme porcentaje de las historias escritas (o cantadas, o representadas) en los veinte siglos que anteceden al actual, han tenido como principal fuente de conflicto la distancia, Ninguna historia de amor, por ejemplo, habría sido trágica o complicada, si los amantes esquivos hubieran tenido un teléfono en el bolsillo de la camisa. La historia romántica por excelencia (Romeo y Julieta, de Shakespeare) basa toda su tensión dramática final en una incomunicación fortuita: la amante finge un suicidio, el enamorado la cree muerta y se mata, y entonces ella, al despertar, se suicida de verdad. (Perdón por el espoiler).Si Julieta hubiese tenido teléfono móvil, le habría escrito un mensajito de texto a Romeo en el capítulo seis: M HGO LA MUERTA,PERO NO TOY MUERTA.NO T PRCUPES NIHGAS IDIOTCS. BSO.
Y todo el grandísimo problemón dramático de los capítulos siguientes se habría evaporado. Las últimas cuarenta páginas de la obra no tendrían gollete, no se hubieran escrito nunca, si en la Verona del siglo catorce hubiera existido la promoción 'Banda ancha móvil' de Movistar.Muchas obras importantes, además, habrían tenido que cambiar su nombre por otros más adecuados. La tecnología, por ejemplo, habría desterrado por completo la soledad en Aracataca y entonces la novela de García Márquez se llamaría 'Cien años sin conexión': narraría las aventuras de una familia en donde todos tienen el mismo nick (buendia23, a.buendia, aureliano_goodmornig) pero a nadie le funciona el Messenger.La famosa novela de James M. Cain -'El cartero llama dos veces'- escrita en 1934 y llevada más tarde al cine, se llamaría 'El gmail me duplica los correos entrantes' y versaría sobre un marido cornudo que descubre (leyendo el historial de chat de su esposa) el romance de la joven adúltera con un forastero de malvivir.Samuel Beckett habría tenido que cambiar el nombre de su famosa tragicomedia en dos actos por un título más acorde a los avances técnicos. Por ejemplo, 'Godot tiene el teléfono apagado o está fuera del área de cobertura', la historia de dos hombres que esperan, en un páramo, la llegada de un tercero que no aparece nunca o que se quedó sin saldo.En la obra 'El jotapegé de Dorian Grey', Oscar Wilde contaría la historia de un joven que se mantiene siempre lozano y sin arrugas, en virtud a un pacto con Adobe Photoshop, mientras que en la carpeta Images de su teléfono una foto de su rostro se pixela sin remedio, paulatinamente, hasta perder definición.La bruja del clásico Blancanieves no consultaría todas las noches al espejo sobre 'quién es la mujer más bella del mundo', porque el coste por llamada del oráculo sería de 1,90 la conexión y 0,60 el minuto; se contentaría con preguntarlo una o dos veces al mes. Y al final se cansaría.
También nosotros nos cansaríamos, nos aburriríamos, con estas historias de solución automática. Todas las intrigas, los secretos y los destiempos de la literatura (los grandes obstáculos que siempre generaron las grandes tramas) fracasarían en la era de la telefonía móvil y del wifi.Todo ese maravilloso cine romántico en el que, al final, el muchacho corre como loco por la ciudad, a contra reloj, porque su amada está a punto de tomar un avión, se soluciona hoy con un SMS de cuatro líneas.Ya no hay ese apuro cursi, ese remordimiento, aquella explicación que nunca llega; no hay que detener a los aviones ni cruzar los mares. No hay que dejar bolitas de pan en el bosque para recordar el camino de regreso a casa. La telefonía inalámbrica -vino a decirme anoche la Nina, sin querer- nos va a entorpecer las historias que contemos de ahora en adelante. Las hará más tristes, menos sosegadas, mucho más predecibles.
Y me pregunto, ¿no estará acaso ocurriendo lo mismo con la vida real, no estaremos privándonos de aventuras novelescas por culpa de la conexión permanente? ¿Alguno de nosotros, alguna vez, correrá desesperado al aeropuerto para decirle a la mujer que ama que no suba a ese avión, que la vida es aquí y ahora?No. Le enviaremos un mensaje de texto lastimoso, un mensaje breve desde el sofá. Cuatro líneas con mayúsculas. Quizá le haremos una llamada perdida, y cruzaremos los dedos para que ella, la mujer amada, no tenga su telefonito en modo vibrador. ¿Para qué hacer el esfuerzo de vivir al borde de la aventura, si algo siempre nos va a interrumpir la incertidumbre? Una llamada a tiempo, un mensaje binario, una alarma.Nuestro cielo ya está infectado de señales y secretos: cuidado que el duque está yendo allí para matarte, ojo que la manzana está envenenada, no vuelvo esta noche a casa porque he bebido, si le das un beso a la muchacha se despierta y te ama. Papá, ven a buscarnos que unos pájaros se han comido las migas de pan.Nuestras tramas están perdiendo el brillo -las escritas, las vividas, incluso las imaginadas- porque?????? Por que nos hemos convertido en héroes perezosos...

domingo, 7 de febrero de 2010

EDUARDO BALESTENA, TRAYECTORIA


Eduardo Balestena, Mar del Plata, 1955. Escritor, ensayista, trabajador social. Ha publicado Ocurre al otro lado de la noche (novela, 1987, 1er. Premio concurso Del Castillo Editores) Ana, el interior del fuego (novela, Melusina 2000), Lo Institucional, paradigma y transgresión, con prólogo del Dr. Natalio Kisnerman (Espacio, 1996/ 2003) Fiesta y pinturas en la posmodernidad de la exclusión, (Ente Municipal de Cultura, 1998) Ética del Saber y las Instituciones, en Ética, ¿un discurso o una práctica social?, recopilación de Natalio Kisnerman, (Colección Tramas Sociales, Paidós, 2000), Estrategia, identidad y construcción Cultural, en Los vascos en Argentina, presencia y protagonismo (Fundación Vascoargentina Juan de Garay, 2000), La fábrica Penal (Una visión interdisciplinaria del sistema punitivo), con prólogo del Dr. Raúl Zaffaroni (Colección Memoria Criminológica, dirigida por el Dr. Carlos Elbert, BdeF, 2006) y numerosos trabajos, entre ellos: Cruzadas, exclusión y pragmatismo punitivo (El control social en la sociedad desarticulada), coloquio de homenaje al Dr. Zaffaroni, Morelia, Michoacán, México, 2006. Escribe una columna de comentarios sobre música, entre otras colaboraciones para el Suplemento de Cultura del Diario La Capital de Mar del Plata.

EDUARDO BALESTENA Y SU NUEVA NOVELA: AMORES DE LEJOS

La novela narra una historia de amor epistolar entre Ainoha, el personaje central y Quahtemoc, que conduce al encuentro de ambos en México.
La narración se encuentra articulada a partir de dos secuencias temporales alternadas: la del momento de inicio del viaje (noviembre de 2002) y el comienzo de la relación (octubre de 2001). Ambos planos temporales confluyen con la llegada de Ainoha. En el contexto de un país sacudido por una crisis social y económica, y de hechos de corrupción, el personaje explora una alternativa que permite la representación de un escenario opuesto y posible.
Es una novela lírica, que trabaja diferentes niveles de lenguaje y un elemento de intertextualidad, con un final que entraña un homenaje a la novela La modificación, de Michel Butor.
Se trata de un relato de itinerario, con un fuerte elemento erótico, sobre la incomunicación, que se presenta bajo la apariencia de la facilidad de comunicaciones en el mundo global, y afirmativo del espíritu de lucha.

Publicada por Corregidor.
ISBN: 9789500518512
Clasificación: Ficción y Literatura
Páginas: 256
Publicación: Febrero 2010

jueves, 4 de febrero de 2010

LA ULTIMA NOVELA DE MERCEDES GIUFFRE


El peso de la verdad.

La reaparición de don Arístides Arciniegas Gil, antiguo vecino de Buenos Aires sospechoso de ser el autor de un crimen no resuelto, activa el mecanismo de una venganza sutil. Poco después, el doctor Samuel Redhead es convocado para certificar su muerte. La investigación que deriva de ella se enmarca dentro de los sucesos de la primera invasión inglesa de 1806, trazando inusitadas simetrías entre la vida del médico y las de los implicados. En un ambiente tenso de rivalidades, quedará al descubierto la verdad más celosamente guardada. Y el propio Redhead deberá elegir entre prolongar la injusticia o traicionar su palabra.

La crítica ha dicho:
“Apasionante. Una novela policial de trama impecable, en el buenos aires convulsionado por la primera invasión inglesa.imperdible.” Pacho O´Donnell
“La recreación histórica es magnífica. Con su acuarela de letras, giuffré le pone color a esta intrigante novela policial del tiempo de las invasiones.” Daniel Balmaceda



domingo, 31 de enero de 2010

ENCUENTRO DE ESCRITORAS

Las escritoras Gloria Casañas y Alexia Reves se encontraron en la ciudad de Mar del Plata, donde, café mediante, conversaron largamente de su compartida pasión: la novela romántica.