miércoles, 24 de marzo de 2010

DIA DE LA MEMORIA



OPINIÓN
La piedra arde Por Josefina Licitra
23.03.2010

Tengo conmigo un libro, que también es un tesoro. Se llama La piedra arde y es uno de los varios títulos de “literatura infantil” –rótulo discutible– que escribió Eduardo Galeano. Está hermosamente ilustrado por el dibujante español Luis de Horna y tuvo su primera edición en abril de 1980 en una imprenta de Salamanca.

En ese entonces, ciertos libros sólo podían imprimirse en lugares como Salamanca. Y cierta gente sólo podía vivir en ciertos lugares donde podían imprimirse ciertos libros. Galeano entre ellos. Mi padre entre ellos.

Mi padre me mandó La piedra arde desde Madrid, para mi cumpleaños número cuatro. El libro –que hoy sólo se consigue en Taringa– cuenta la historia de un viejo que a lo largo de su vida fue acumulando muchas marcas, visibles e invisibles, y que a pesar de todo se siente orgulloso de ellas y no quiere olvidarlas. Por eso, cuando se le presenta la posibilidad de romper una piedra mágica y candente y volver a ser joven, se niega con un único argumento: “Si parto la piedra, estas marcas se borrarán –dice–. Pero estas marcas son mis documentos de identidad. (…) Yo no quiero olvidar. No parto la piedra porque sería una traición”.

La piedra arde es un complejo relato moral –aunque no moralista– y da cuenta de que es posible hablarle a un niño en un lenguaje preciso, lírico y revelador en el sentido más serio de la palabra: el que refiere a no encubrir, a no aliviar las cosas hasta desaparecerlas. No es el único libro que me envió mi padre en esos años. Abundan los autores rusos (sepan entender) y los cuentos conmovedores, aunque no agradables, sobre los derechos del niño (entre ellos el inolvidable y reeditado Campos verdes, campos grises, de la alemana Úrsula Wölfel).

Ahora, La piedra arde y todos los otros cuentos están en la biblioteca de mi hijo. Él tiene cuatro años y –como la mayoría de los chicos de cuatro años– entiende más cosas de las que los adultos nos empeñamos en creer que entiende. Hace un tiempo le leí La piedra arde y supe que ese cuento era también –o era principalmente– una lección de historia. Supongo que en eso habrá pensado Galeano cuando lo escribió. En que las venas abiertas de América Latina también pueden mostrarse y contarse en un lenguaje para niños. Es cuestión de inteligencia.

Y sobre todo de amor.

La piedra arde es un ejercicio de profundo cuidado por los hijos y los nietos –y los nietos de los nietos– de un continente condenado a las horas terribles. Y fue, cuando fue concebido y editado, un ejemplo de resistencia contra lo que se venía: una generación entera que, más que por los libros de Galeano, crecería acompañada por la revista Billiken. Que no era, se sabe, una publicación ingenua.

En su libro La infancia en dictadura. Modernidad y conservadurismo en el mundo de Billiken, la periodista Paula Guitelman cuenta cómo se formó la generación de los que hoy tienen treinta y pocos años, y cómo los valores y objetivos que se promovían durante la dictadura –diferenciación clara entre el bien y el mal, sometimiento a una única moral religiosa, construcción de universos sin pobres, analfabetos ni migrantes– eran reproducidos a la perfección por el semanario infantil de mayor venta en el país. ¿Por qué le iba bien a Billiken? Porque la Comisión Orientadora de los Medios Educativos (COME) veía en esa publicación la representación de una infancia depurada y tranquilizadora. ¿Por qué La piedra arde se editaba en Salamanca y llegaba en puntas de pie a la Argentina? Porque la COME –vaya sigla– consideraba que “el pesimismo es subversivo” y el libro de Galeano, según el canon COME, era absolutamente infeliz.

Esta censura –ampliamente consignada en Un golpe a los libros. Represión a la cultura durante la última dictadura militar, de Judith Gociol y Hernán Invernizzi– tuvo consecuencias severas. Parte de la generación de treinta y pico aún hoy repite el “algo habrán hecho”. Y las camadas de menor edad, si bien tienen discursos combativos, en buena medida no logran respaldar lo que dicen con información concreta. Un relevo entre jóvenes de 17 a 25 años hecho por Crítica de la Argentina y publicado el 24 de marzo de 2008 bajo el título “La generación de la memoria light” reveló que la mayoría de los pibes sabe qué pasó durante la última dictadura pero, en un 90% de los casos, lo sabe en una versión liviana que desconoce nombres y detalles. En general les costó –o les fue imposible– dar la fecha exacta del golpe; algunos creían que el 24 de marzo era un feriado por Semana Santa; y buena parte de los entrevistados que vivía cerca de la ESMA era incapaz de responder qué significaba esa sigla.

Por todo esto, si bien es imposible saber qué hará cada una de las escuelas hoy cuando haya que explicar por qué mañana es feriado y Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, sí es posible –como mínimo en las casas– devolverles a los chicos ciertas lecturas negadas. Sobre todo porque, a treinta y cuatro años del golpe militar, aún hay cuentos –y pesadillas– que no dejaron de arder.

jueves, 18 de marzo de 2010

UN CUENTO CORTO


PALABRAS PARA UN HIJO

Acababa de enterrar a mi padre. En realidad había traído sus cenizas que reposaban aún sobre el televisor, dado que debía reunirlas con las de mamá, en cumplimiento de tal macabro mandato.
Como hijo mayor me tocó desocupar la vieja casa de la familia y revolviendo entre los cajones encontré un cuaderno que al parecer me estaba dirigido. En sus tapas borrosas podía apenas adivinarse el dibujo del animal que me identifica. Al abrirlo invadió mi nariz un fuerte olor a humedad que mezclándose con el amor que brotaba de esas hojas me aturdió.
“Leoncito, este cuaderno es para vos, para que el día de mañana, si nosotros no estamos, puedas conocer tu historia...” me decía la joven caligrafía de mamá. Tuve que sentarme. A pesar de haberla perdido hacía ya cinco años, sentir nuevamente sus palabras resonando en mi cabeza, me sacudió. “Mamá y papá se conocieron ya de adultos, después de rodar cada uno por diferentes caminos. Pero ni bien nos descubrimos ya no nos separamos más. Nos casamos enseguida, con fiesta y sin luna de miel, luna y miel que haríamos para el primer aniversario. Y como dice la leyenda, hijo mío, vos viniste como polizón nada menos que de Paris. A los veinte días del regreso nos enteramos de tu presencia y toda la familia se revolucionó. Pronto supe que eras varón. Volvía una noche del estudio cuando me hablaste vaya a saber en qué extraño idioma, pero te hiciste sentir. La ecografía lo confirmó ya cerca del final del embarazo, pero yo nunca tuve dudas. Allí comenzó nuestro mágico idilio...”
Pese a que ya conocía la historia no pude contener las lágrimas. Comencé a hojear el ajado cuaderno que jamás nadie me había entregado. Sus cuarenta y ocho hojas estaban completas, y mamá había abrochado muchas más, finalizando abruptamente en mis dieciséis años. Tal vez habría otras en alguna parte, pero después de haber vaciado toda la casa no encontraría nada.
Fui leyendo salteado, debía retirar a mi hija del colegio y no disponía de mucho tiempo. Con enorme sorpresa encontré algunas líneas de papá, con su letra indescifrable y faltas de ortografía y puntuación. ¡Papá escribiéndome! Ese hombre vergonzoso y poco demostrativo que siempre fue había sin embargo derramado su amor en aquellas páginas. “Estoy con vos jugando ahora, te reís y saltás en el aparato que te prestó Agustín. Te veo y no puedo creer lo mucho que te amo, a mi que me cuesta demostrar las cosas, pero con vos es distinto. Estamos cantando canciones de fútbol, en especial de aliento a River y Belgrano, de los cuales somos hinchas. Me causó gracia cuando me hiciste puchero porque te canté “O sole mío”, me dieron ganas de comerte a besos. Papá te ama muchísimo y lo que más quiere es que seas feliz. Me encanta cuidarte, darte de comer, y hasta cambiarte los pañales. Vos y tu mamá son mi familia y los más importante de mi vida.” Ese fue un golpe aún mayor. Mi viejo atreviéndose a expresar todas esas cosas que jamás pudieron salir de su boca. Con mamá siempre fue diferente, ella me apabullaba con sus palabras de amor y sus gestos no menos afectuosos. Y por si fuera poco lo dejó por escrito, un testimonio de un cuarto de mi vida.
A través de esas hojas me enteré que estuvimos por irnos del país cuando apenas tenía dos años. ¿Qué los habría hecho cambiar de idea? Y hoy uno de mis hijos se fue a España. “Mi amor, hoy casualmente es el día de la madre, y la verdad, ser madre, tu madre, es lo mejor que me pasó en la vida. Hace tiempo que no te escribo, estamos preparando nuestra huída del país y por momentos se me escapa el ánimo para volcar en tu cuaderno tus progresos y mi amor. A veces dudo de hacer lo correcto, tanto papá como yo queremos lo mejor para vos. También quiero darte un hermanito, pero no quiero traerlo a este país injusto y por eso quiero sacarte de acá y que el día de mañana se respeten tus derechos. ¿Qué es eso, mamá? Te preguntarás ahora, lo único que importa es jugar y tener la mamadera llena. Bueno León, te dejo por ahora. Te ama, mamá.”
Ya cerca del final, en plena adolescencia y revolución hormonal, la letra de mamá se había avejentado, tanto como su ánimo. Ya no había palabras de amor sino de reproche. Al parecer fui bastante rebelde, rebeldía que heredé a mis hijos. Pobre vieja, si hasta me imploraba cariño. “Hijo, ¿por qué sos tan frío conmigo? ¿Tanto te cuesta darme un beso?”. El rostro triste de mamá se me aparecía y no quise seguir leyendo. De ella recibí la determinación, los valores y la pasión por la lectura. De papá la rapidez en los negocios y la inexpresividad. ¿Cuándo fue la última vez que dije algo cariñoso a mis hijos? ¿Y a mi esposa? El cuaderno de mamá era una señal. ¿Por qué nunca me lo había dado? ¿Tuvo vergüenza? ¿Por qué papá lo guardó tan celosamente al morir ella? ¿Habría algo similar para mi hermana? Todas esas preguntas quedarían sin respuesta.
Di por terminada la triste tarea de ese día, me adueñé del cuaderno y fui a buscar a mi hija, a quien recibí con un fuerte abrazo y un nervioso “te quiero mucho”. “Papá, ¿estás bien?”. Fue su sorprendida respuesta.

miércoles, 17 de marzo de 2010

UNA FRASE INTELIGENTE

"Encuentro la televisión muy instructiva. Cada vez que alguien la enciende, voy a la biblioteca y leo un buen libro."

lunes, 8 de marzo de 2010

LA REDENCION DE LOAN GREEN


LA NUEVA NOVELA DE ANDREA MILANO SALDRÁ A LA VENTA EL PRÓXIMO MIERCOLES 10 DE MARZO.
AQUI VA LA PORTADA.


¡FELICITACIONES, ANDREA!

AUTORA ARGENTINA CRUZA EL OCEANO

Andrea Milano:

La escritora argentina Andrea Milano llega a España con su nueva novela, "La redención de Loan Green", bajo el sello Editorial Rachel.

SINOPSIS: Elizabeth Weston es una joven de carácter impulsivo y rebelde; no acepta la boda que su padre ha dispuesto para ella con el futuro duque de Sheffield; sin embargo al ver que no hay nada que pueda hacer para torcer su destino parece resignarse a la voluntad de su padre.Sin embargo su vida da un vuelco significativo cuando es enviada a pasar una temporada a Hawbridge en donde vive el sheriff Charles Abberton, su padrino. Durante su viaje ella y su nana son atacadas por unos bandidos pero la providencial llegada de un extraño salva sus vidas; un hombre enigmático que deja a Elizabeth algo inquieta. Loan Green, hombre arisco y de mirada impertérrita es la mano derecha del Sheriff de Hawbridge; ha luchado en Tierra Santa y es allí dónde ha padecido la mayor de las tragedias, la muerte de su hermano. Regresa a Inglaterra llevando en su corazón el dolor de haber perdido a su único hermano y un gran sentimiento de culpa por no haberlo traído sano y salvo de regreso a casa.La tragedia y el rechazo de una mujer que nunca lo amó, transformaron a Loan Green en un hombre frío y retraído, temido y odiado por muchos.Pero cuando el camino de Elizabeth y Loan se cruzan resurgen en él sentimientos que no cree merecer; por su parte, Elizabeth se siente atraída hacia el hombre que salvó su vida y que se empeña en alejarla de su lado cada vez que ella se acerca.La lucha continua de Loan por no obedecer a sus sentimientos no le permite dejarse llevar, pero el ímpetu y los bríos de Elizabeth terminan por hacerlo ceder. Sin embargo, la sombra del pasado de Loan; el acoso constante del Conde John de Gilmore hacia Elizabeth y una mujer con sed de venganza son obstáculos muy difícil de sortear.Un juego de intereses y revanchas pretende interferir en la felicidad de Elizabeth y Loan; ellos están dispuestos a luchar por su amor pero la maldad y los celos de quien no acepta su derrota pone en jaque el futuro de ambos.

LA AUTORA

Nació hace poco más de 30 años en Buenos Aires, Argentina. Estudió Diseño Gráfico e Idiomas (Inglés e Italiano) Es una apasionada de la lectura, de la música y el cine.

Escribe desde chica, comenzó con cuentos cortos generalmente de misterio y terror, hasta que a los 20 años decidió escribir su primera novela romántica, que sigue allí guardada en un cajón esperando a ser terminada algún día.

En el año 2007 la Editorial Vestales publicó su primera novela llamada “Pasado Imperfecto” (suspense romántico), en el 2009 salió un cuento suyo en la antología titulada “Cuentos para mil y una noches de amor”, en donde co escribió con Claudia Velasco, Arlette Geneve, Amparo Balbuena y Gabriela Margall, el cuento se tituló “Entre mis brazos” (suspense romántico) también con Vestales.

También en Vestales y bajo el seudónimo de Sienna Anderson publicó en el 2008 un thriller romántico llamado “Nomeolvides” y este año un relato en la antología navideña cuyo título es “Un amor inesperado”

También como Andrea Milano ha publicado en Luarna Ediciones que publica e-books, un relato que se titula “La posada de los Ángeles” una novela infantil llamada “Un verano diferente” y una novela romántica llamada “El Guardián”

Como Breeze Baker escribió novelas eróticas en Editora Digital en donde tiene publicadas siete novelas:

“Destino Caprichoso”, “La última tentación de Nikkos”, “Pasión en el paraíso”, “Fachada de amor”, “Secretaria de día, amante de noche”, “Deseo Mortal” y “Hechízame”.


PVP: 9,95€
Fecha de aparición: marzo 2010
Nº de páginas: 240
Diseño: Estelle Talavera Baudet