martes, 30 de noviembre de 2010

A DESTIEMPO



Y anduvimos a destiempo. Tal vez te asustaste, tal vez me apuré. Las gotas de lluvia en el cemento me repiten la cadencia de tu voz, esa voz de trueno inconfundible, con cierta indecisión, a veces. El querer estirar una conversación me anima un poco, más vuelvo al desánimo cuando volvés a desaparecer. Decime en qué me equivoqué, te pregunté, como aquel otro que me hizo a mí esa misma pregunta.
Sufro porque hice sufrir. Lloro porque hice llorar. Espero porque hago esperar. Castigo cruel del desamor, amores cruzados y a destiempo. Lo que uno anhela el otro lo desprecia, y así nos enredamos en un círculo perfecto, donde cada uno es artífice de su miseria, donde cada uno se desangra en quejas y lágrimas vanas que van a caer, desdichadamente, en el suelo sucio y pisoteado de la indiferencia del que no ama.
Horror de contar las horas, buscando excusas para llamarte, pavor de encontrar cerradas las puertas de tu corazón. Me conformaré con tus palabras, lejanas, imaginando tu voz, esa voz que me cautiva, y leeré tu discurso en la fría pantalla, que no me permite ver tus ojos, ni tus manos, esas manos que un día me acariciaron dejándome marcada para siempre con la huella de tu indecisión.

2 comentarios:

¿QUE OPINAS? ¡QUIERO SABERLO!