domingo, 6 de marzo de 2011

CARETAS


Los abrazos le duraban 4 o 5 días, después, cuando volvía a sentir la carencia de su cuerpo, regresaba a buscarla. Ella se negaba, con más tesón que voluntad, y le cerraba las puertas, y le bloqueaba las vías, soñando y ansiando que él luchara por ella. Pero él sabia que la tenía, que pese a sus palabras, nunca la había perdido, que estaba allí, al otro lado de la pantalla, al otro lado de la ciudad, al otro lado del mundo, siempre.
Y ella no podía olvidar ese abrazo, lo había sentido con el alma, lo tenía aún grabado en su piel, en su pecho palpitante. Y luego sus besos, primero tímidos, vacilantes, temerosos al rechazo, y después, el desborde de pasión que ella le conocía bien. Las manos buscándose, queriendo abarcar todo, las bocas deseosas de saciarse en esa otra conocida, anhelada, y perdida.
Más tarde la nada, el silencio, que ella predecía, aunque aguardara una señal, una mísera ilusión de su regreso, que adivinaba siempre tardío, cuando él se sentía agobiado por su confusión, por su soledad, por sus propios miedos. Ir y venir, así era. Cuando sentía que ella se alejaba, porque le contaba de amores o ilusiones nuevas, a menudo inventadas para darle celos, para movilizarlo, él reaparecía.
Y ella, que estaba frágil, no podía negársele. No a él, nunca. Por mucho que se lo prometía, no lo lograba, y volvía al llanto cuando lo perdía, aunque sabía que eran pérdidas momentáneas, presentía que volvería, que jamás cerrarían ese círculo de amor jamás intentado. El entorno no ayudaba, ella se sentía en un pozo de sombras, acechada por guadañas que la herían constantemente y de las que apenas podía defenderse con palabras, que no eran comprendidas.
Si tuviera coraje, se decía a diario, acabaría con todo. Mientras, tenía que aprender a fingir, a vivir con la careta puesta, a sonreír, eso era lo que agradaba.

1 comentario:

  1. Lindo, profundo..... nos podemos sentir reflejadas en su dolor

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